Cuando hablamos de Abeja Reyna, hablamos más que de una marca; hablamos de una historia de amor, trabajo y visión. Una historia que comenzó con una mujer: Hilda Elba Cortés, madre, empresaria y alma de esta empresa mexicana que ha transformado el poder de la miel en un estilo de vida.
El origen: Una pasión heredada
En 1987, viviendo en su ciudad natal, Guadalajara, Jalisco, inició este extraordinario camino a raíz de un encuentro fortuito en el campo mexicano con un joven que vendía 150 colmenas mientras buscaba alcanzar el sueño americano. Ese encuentro marcó el inicio de nuestra dedicación a la excelencia en el cuidado de las abejas, apoyando la polinización y promoviendo la sustentabilidad del planeta. Hilda compró aquellas colmenas, a pesar de no tener conocimientos previos en apicultura, y se sumergió por completo en el oficio, perfeccionándose mediante estudio, consejos y experiencia práctica. Su misión era clara: generar empleo principalmente para mujeres mayores de cuarenta años, fomentando el cooperativismo y colaborando con propietarios de tierras en zonas rurales. Con su espíritu emprendedor, vio el potencial de la apicultura y supo combinar la tradición con la innovación.
Ese mismo año, Hilda fundó nuestro primer apiario para abastecer de miel de alta calidad a grandes industrias como laboratorios, Brincolin, Salud natural Heinz y Sanborns. A medida que se adentraba en este mundo, descubrió las propiedades extraordinarias de la miel, lo que la inspiró a crear formulaciones innovadoras para la salud, la nutrición y el cuidado de la piel.
A pesar de enfrentar retos familiares y económicos, la dedicación de Hilda nunca flaqueó. En 2015, sus siete hijos, cada uno con su propia carrera profesional, se unieron al sueño de su madre, incorporándo también a la tercera generación de nietos. Así formaron una empresa familiar que innova con productos orgánicos derivados de la abeja, recuperando la tradición apícola de la familia. El negocio renació en un garaje, impulsado por el trabajo arduo y la pasión de toda la familia, quienes asumieron roles clave, aplicando sus talentos y habilidades en sus respectivas áreas.
Maternidad y emprendimiento: un acto de valentía
Ser madre implica entrega, intuición y una fuerza inmensa. Hilda encontró en su maternidad no una limitación, sino un motor. Mientras criaba a sus siete hijos, también tejía los cimientos de lo que sería Abeja Reyna. La empresa nació con la misma ternura con la que una madre cuida de sus hijos: con paciencia, dedicación y propósito.
Combinar su rol de madre con el de emprendedora no fue fácil. Implicó retos, decisiones difíciles y sacrificios. Pero también trajo recompensas: enseñar a sus hijos, con el ejemplo, que los sueños sí se trabajan y que una mujer puede crear, liderar y sostener una empresa con sus propias manos.
Abeja Reyna: un legado con propósito
Lo que distingue a Abeja Reyna no es solo la calidad de sus productos, sino su esencia: una empresa fundada por una mujer que cree en la belleza natural, el poder de la tierra y el valor de las raíces. Cada producto es una extensión de su filosofía de vida, de su respeto por las abejas y de su deseo de ofrecer algo genuino, noble y sustentable.
Una reina que inspira
Hoy, Hilda Elba Cortés nos demuestra que ser madre y ser empresaria no son caminos opuestos, sino fuerzas que se potencian. Su historia es testimonio de que las empresas con alma nacen de mujeres que creen en sí mismas, incluso cuando el camino se vuelve desafiante.
Abeja Reyna es eso: el reflejo de una mujer que decidió construir su propio panal con amor, visión y una fe profunda en la dulzura y poder de la naturaleza.
Su esencia se resume en una filosofía clara:
Poder, valor, distinción y elegancia.